Volver, volver y volver. A la vía pública. Sin polución; calles vacías. Los coches, aparcados. Este no es mi Madrid. Me lo han cambiado. Foto.

Volver, volver y volver. La vida de un madrileño confinado es como una canción de regreso a la civilización, después de 40 días entre cuatro paredes. Una cuarentena de andar por casa, La segunda estrofa ya cambia, porque dice: A la vía pública.

De repente y porrazo te encuentras con un Madrid extraño. Este no es mi Madris que me lo han cambiado. Las calles vacías; sin coches. No hay polución. Es cuando se puede respirar, pero la mascarilla no sólo impide el contagio, sino que no puedes respirar en libertad.

De diez a doce es la gente de paseo. Eso sí, las aceras cargadas de canas y poco pelo. Es la hora de los mayores. Que guardan las distancias mejor que los jóvenes.

Las peluquerías abiertas, pero con cita previa y, posiblemente, hasta dentro de un mes el maestro en tijeras no podrá acariciar tu melena. Bares ninguno. Todos, cerrados a cal y canto. Y si el chino de al lado no está cerrado, puedes pescar una mascarilla.

Os mostramos imágenes de la zona de Madrid-Río, el parque está cerrado pero se pueden conseguir fotos desde fuera. Y siempre queda el Puente de Toledo, con el vació en el alma del estadio Vicente Calderón, reducido a una tribuna fantasma.

aantonio rio11