Faltaban cuarenta segundos para el final y la alegría se repartió por barrios, más bien por equipos. La afición del Acanor Novás apoyaba a sus colores con el tradicional: "Sí se puede". De repente, los jugadores del Viveros Nava se abrazaban y sus seguidores pasaban de la tristeza a la euforia. "Ya estamos en Asobal". Las noticias volaban desde Ciudad Real.
Los árbitros catalanes, que estuvieron bien, aunque comenzaron un poco blanditos, fueron los únicos que no se abrazaban. La pista rosaleira era un cruce de alegrías. No hubo vencidos. Todos eran vencedores. La euforía segoviana se desparramó por la noche gallega y al día siguiente, Viveros Nava lo celebró en la fuente del Caño del obispo.
En territorio rosaleiro, todos los seguidores se mantenían con un sueño vivo. El próximo Sábado, a Zarautz. Ya sólo quedan tres finales.
Y en las retinas de todos, ese abrazo cariñoso entre O'Rosal y Nava de la Asunción. El balonmano puede ser muy grande. Cabemos todos.
Foto Somosasín.
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