Desde la ventana indiscreta de confitamiento, como si fuera un catalejo, podemos observar cómo transcurre un día cualquiera en Madrid. Hace frio; vuelve el crudo invierno en plena primavera; cae agua-nieve. En la zona Norte ha nevado esta mañana.
Por la mañana, se observa una constante pasarela de carritos de la compra: unos atestados; otros por rellenar. Muchos paraguas; muchos perritos y la cola del pan aumenta por minutos. En medio, un buzón implacable, que cuando sale el sol sirve de sombra a los peatones enmascarados. Mientras, hace de compañia hasta que llega el momento de pedir una rosca.
Por la tarde, menos carritos; menos perritos y más luz de hogar. En lugar de coches, policias a caballo y personal con intenciones de desinfectar. Ahora mismo, jarrea que es una barbaridad. A las 20 Horas, la cotidiana y diaria ovación al personal esencial y no esencial, porque el pueblo llano no hace distinciones impresentables.
En definitiva un día más y un día menos...
Foto Somosasín.
Foto Somosasín.
Foto Somosasín.
Foto Somosasín.
Foto Somosasín.
Foto Somosasín.
Foto Somosasín. Desinfectar.
Foto Somosasín.
Foto Somosasín.
Foto Somosasín.
Foto Somosasín. Cruce de carrito con paraguas.
Foto Somosasín. Sigue la cola del pan.
Foto Somosasín. Uy, pendón.
Foto Somosasín.
Foto Somosasín. Carrito y móvil, incompatibles con la lluvia.
Foto Somosasín. Más carritos.
Foto Somosasín. Aquí coches.
Fotos Somosasín. Aquí, perros.
Foto Somosasín.
Foto Somosasín.
Foto Somosasín.
Foto Somosasín.
Foto Somosasín.
Foto Somosasín.
Foto Somosasín.