En el pabellón rosaleiro, era todo sonrisas. La gente, fuera por el calor, y así apurar el cigarrillo. Estábamos en el descanso: 15-10. Nadie esperaba lo que se avecinaba, porque los adivinos que acierten lo que va a pasar dentro de media hora no han nacido todavía. La remontada del Cisne comenzó a cuajarse en el minuto 33. Llegaba el apagón local.
Una cadena de fallos y despropósitos se amontonaba en el bando rosaleiro. Todo lo bien que se hizo en el primer tiempo, se borró de los esquemas de los jugadores locales. Cisne se agigantaba y lo que parecía imposible en el descanso, sólo había que mirar al marcador para ver que Jabato y los suyos firmaban una remontada épica.
Se adelantó el Cisne y con su juego parsimonioso y mónotono, pero muy efectivo levantó el ánimo de sus seguidores. Sólo el pivote uruguayo, Gabi Chaparro. se salvaba del naufragio total. Todos sus compañeros le buscaban como única vía de solución. Hizo un partidazo, pero no pudo echarse a su espalda todo el equipo.
En el banquillo rosaleiro allí estaba Pedro Aymerich, un golpe en el hombro le impidió que fuera el director de orquesta de siempre, aunque la verdad es que en la primera parte nadie le echó de menos. En la continuación, sí.
En rachas discontinuas, Acanor lo intentó, pero no hubo acierto en los lanzamientos ni salían las jugadas de memoria como en el primer tiempo. Y llegó la euforia final para Jabato y sus boys: 22-25.
Y los dos puntos, justamente, se fueron para Pontevedra. Cisne impuso su ritmo, made in Jabato. Triunfo merecido. Y, finalmente, señalar que el tono arbitral fue también distinto en cada tiempo.
Foto Somosasín.
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