La estampa no podía ser más invernal. El día se cubrió de gris, frio, humedad. Un puñado de atletas de largo aliento se conjuraron para poner buenas piernas a una carrera dura como el III Trail Adventure, con paisajes silvestres, que unían y entrelazaban los Molinos del Picón con los del Folón.
Unos para subir y los otros para bajar y como telón de fondo mucho verde, lluvia, frio. Parecía una prueba de cross country en la Galicia extrema.
Un total de 800 sufridores, con sonrisa postiza para las Nikon, pero con la humedad hasta los huesos, con ese. Y como invitado de lujo, el viento.
En resumidas cuentas, una mañana de mesa y brasero. Pero nadie se rindió. A correr, que es lo que hay.
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Foto Baz Lomba.
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