No está ahora el cuerpo para bañarse en su abundante caudal, pero sí, sin las dos piezas habituales: gafas y chanclas, un ciudadano cualquiera, que no esté confitado, puede dar un maravvvvvvilloso paseo por la ribera del río Tamuxe.
Con calzado adecuado, te puedes adentrar en una ruta especial, al borde de este afluente del río Miño.
Foto Baz Lomba.
Te encontrarás una "población", con vida propia, llena de colorido. Primera pregunta que te hacemos: ¿Hongos o setas". Un, dos, tres, responda una vez.
Foto Baz Lomba.
Ten cuidado porque puedes pisar castañas o que alguna te caíga de repente y te coja sin casco.
Foto Baz Lomba.
O de repente te veas embrujado por el hechizo de una flor silvestre.
Foto Baz Lomba.
A su alrededor, el río Tamuxe goza de un ecosistema propio, con un colorido impresionante, sobre todo en esta época otoñal.
Foto Baz Lomba.
Ojo, con las puntas. Te puedes pinchar.